lunes, 18 de abril de 2011

Textiles

De la amplísima gama de artesanías que desarrollaron los grupos étnicos de Chiapas, sobresale, sin duda, la textilería.En el arte textil se percibe la continuidad y evolución de la milenaria cultura maya. Los símbolos y diseños del esplendor de la época clásica continúan presentes en los huipiles contemporáneos. Los conceptos básicos se mantienen: Los rombos que significan el cielo y la tierra, concebidos como una unidad; las formas ondulantes que simbolizan la tierra florida; los tres elementos verticales que indican la fundación del mundo, la comunidad y su historia; los sapos, los cantores de la lluvia, y los santos que representan a los protectores de la comunidad.


"Los tejidos se hacen el telar de cintura, el cual es un lienzo flexible. Los hilos de la urdimbre se extienden ante la tejedora y están sujetos por enjulios atados a un árbol o poste. La tejedora ajusta el telar inclinándose hacia adelante o hacia atrás, el ancho de la urdimbre determina el ancho de la tela terminanda". (Walter F. Morris, Presencia Maya, 1992. p. 127).
La creencia del origen divino del tejido se conserva entre las artesanas indígenas. Antes invocaban a la diosa Ixchel, protectora de las tejedoras; ahora le piden a Santa Martha, Santa Lucía, Santa Magdalena o a otras santas, tenera la constancia, la habilidad y la inspiración para sus creaciones.
Las mujeres indígenas inician su aprendizaje a muy temprana edad, el conocimiento se transmite de madres a hijas. Con los telares de cintura entretejen en la urdimbre los hilos de colores y con ellos van creando los hermosos brocados que expresan su cosmovisión.
El huipil tradicional es el sagrado don, la creación del espacio sacro, la misión cumplida. Los hipiles en particular y los trajes tradicionales en general son elementos de identidad de un pueblo que ha decidido tener un rostro cultural propio y que acepta el reto de las diferencias.
Con la llegada de los conquistadores españoles y sus aliados tlaxcaltecas y mexicas se introdujeron a Chiapas nuevas técnicas, nuevos materiales y nuevas modas que sobreviven, por ejemplo: el traje de boda de Zinacantán, el de Oxchuc y el de San Juan Cancuc, que son de influencia náhuatl. Por exigencias de la nueva moral religiosa, los trajes masculinos cambiaron; antes sólo usaban tabarrabos y capas.

El telar de pedal también fue introducido, la lana reemplazó al pelo de conejo y se impulsó el uso de la seda.
Las religiosas de la época enseñaron a las indígenas el bordado del punto de cruz, el embollado y la puntada larga, así como los diseños españoles.
Por su calidad en la técnica del bordado sobresalen las artesanas de Chiapa de Corzo, pueblo mestizo de filiación chiapaneca; la indumentaria femenina está compuesta por blusas de satín con un vuelo de tul bordado con motivos de flores, estrellitas y bolitas. La falda también se confecciona con los mismos materiales. Este traje es considerado como la culminación del arte del bordado, y se identifica como representativo del estado, lleva cuatro tipos de bordados: los contados en los remates de las blusas y sobre los tules; el endientado, el embollado y el regresado, una innovación más reciente fue el petatillo.
La técnica de anudado a mano para la elaboración de tapetes se introdujo recientemente a Chiapas, enriqueciendo la gama textil chiapaneca.
Los diseños tradicionales, plenos de armonía y simbolismo, encuentran en los tapetes un nuevo medio de expresión, conservando el manejo del color y los conceptos de composición.
La técnica del brocado es sustituída por la de los nudos hechos a mano. Sobre la trama de algodón se urden con los hilos de lana los motivos del diseño; nudo a nudo, trama por trama, se van creando los hermosos tapetes, siguiendo las indicaciones del diseño previamente elaborado.

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